En la localidad británica de Luton, a apenas 50 kilómetros al norte de Londres, se hablan, hoy por hoy, 122 idiomas diferentes, correspondientes a tantos grupos étnicos localizados en ella. Una historia reciente construida sobre la base de migraciones desde el centro de la capital del Estado hacia ciudades colindantes, en donde el alojamiento y la vida diaria son más asequibles, han marcado su devenir.
En sus comercios, sus bares o sus escuelas, se ha materializado una torre de babel inorgánica y espontánea que, de momento, parecía no sucumbir a los desequilibrios de la crisis económica y la desagregación social. Y es que, entre otras cosas, para que sus ciudadanos pudieran participar de manera activa y consciente en los asuntos públicos de la ciudad, todos los documentos producidos por el Ayuntamiento estaban siendo traducidos a las 122 lenguas practicadas a petición de cualquiera de sus ciudadanos.
Sin embargo, a propuesta del Secretario de Estado británico para las Haciendas Locales, Eric Pickles, el pleno municipal habrá abolido esta medida el 10 de junio de 2013. “Estos servicios de traducción pueden ser útiles para casos estrictamente necesarios y situaciones de emergencia, pero temo que su generalización sea innecesaria y debida a una mala interpretación del derecho a la igualdad y los derechos humanos”, ha declarado Pickles a la prensa.
Reconociendo que además busca reducir gastos para la administración pública local, Pickles ha denunciado que esta práctica podría desincentivar la integración de los inmigrantes en la comunidad británica. “No incita a la gente a aprender inglés, que es lo que más permite progresar y dotar de cohesión a los individuos y a la comunidad.”
Este político conservador obvia que la integración de los inmigrantes en una comunidad europea no pasa solamente por la económica y social, sino también por la de su capacidad de informarse y gozar de sus derechos desde el momento en que vive e inicia una actividad económica. El monolingüismo es una herramienta poco adatada a las exigencias de un mundo globalizado en el que cada rincón del planeta debe o puede sacarle partido a la interconexión con otras latitudes del globo.
Además, Pickles pasa por alto que suelen ser las primeras generaciones de inmigrantes, adultos y con menos facilidades para dominar enteramente un idioma extranjero, quienes más necesitan de los servicios de traducción e interpretación para integrarse en el extranjero, mientras que a partir de las siguientes generaciones, el multilingüismo se impone de manera natural, sin esfuerzos por parte del resto de la comunidad.
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